Revista digital de análisis de actualidad: Noticias, empresas y academia. ISSN : 2805-6043 (En línea).

DIME CÓMO TE LLAMAS Y TE DIRÉ QUIÉN PODRÍAS LLEGAR A SER

 

Ismael Estrada Cañas, economista en formación de la UIS

Este texto pretende explicar la tesis que Steven D. Levitty Stephen J. Dubn en dónde expone en el sexto capítulo de su libro Freakonomics, y es un primer intento por constatar su veracidad. A Grosso modo, la teoría de Levitt y Dubner sostiene que una de las principales motivaciones de los padres a la hora de buscar un nombre adecuado para sus hijos, es la expectativa racional de que tal designación contribuirá efectivamente al éxito personal de su descendiente.

Por lo que a esta creencia se refiere, es de esperar que los progenitores tengan un sistema fuerte de incentivos para colocar a su progenie un nombre que lo distinga entre la multitud. Sin embargo, el sólo hecho de tener un nombre “exitoso”, por decirlo menos, no es garantía de triunfo, así como tener un nombre “poco exitoso” no es una condición propia de los perdedores.

Lo que queda demostrado con Levitty Dubner es que no es sólo el nombre lo que incide sobre las posibilidades de superación de una persona, sino también el tipo de padres que le han dado dicho nombre. Ello se debe a que los padres poco ideales, es decir, quienes perciben un ingreso bajo, cuentan con una escasa formación educativa y son intelectualmente menos instruidos, son los que están más dados a colocar nombres “poco adecuados” a sus hijos, que aquellos con niveles de escolaridad superiores al promedio y con un estrato socioeconómico modoso. De forma tal que “el nombre es un indicador y no una causa de los resultados” que obtendrá una persona a lo largo de su vida. Un indicador de la clase de padres que le han tocado para sí, y de los apellidos que le preceden.

Asimismo, existe un patrón claro en la transferencia inter-estratos de los nombres según el cual, una vez que un nombre se pone a la vanguardia entre las familias de más altos ingresos, ese nombre comienza a difundirse gradualmente entre los estratos más bajos, en lo que podríamos denominar un Efecto Arrastre. Entre tanto, dicho nombre tiende a ser usado cada vez con menor frecuencia entre los padres de clase alta que lo concibieron inicialmente, a manera de un Efecto Esnob.

La razón por la cual las personas tienen la impresión de que ciertos nombres pueden ser indicadores de éxito, se debe a que es indiscutible que un nombre completo con connotaciones de seriedad o de extranjerismo crea, como respuesta totalmente racional, una sensación a priori de seguridad, confianza y/o profesionalismo.

Con el ánimo de comprobar esta hipótesis me tomé la libertad de hacer un pequeño experimento. Con la Guía Médica del directorio telefónico de Bucaramanga en mano, pedí -por separado- a 15 de mis vecinos que de cada especialidad clínica que les señalara escogieran a uno de los galenos que allí se listaban, como si se tratasen de pacientes intentando conseguir una cita para sí mismos.

De la misma forma, les pedí que eligieran a uno por el que definitivamente no quisieran ser tratados. Cabe señalar que la elección en cada caso estaba influenciada sólo por la fonética y la semántica de cada nombre, puesto que nadie conocía de antemano el Currículum Vítae de los especialistas, ni tenía algún tipo de información sobre su reputación, de modo que no pudieran formarse una idea ante de los mismos.

La experiencia parece confirmar los indicios de la teoría. Existen 12 Cardiólogos registrados en la ciudad, sin embargo, cuando se realizó el experimento 6 pacientes se inclinaron por uno de ellos, el Dr. Alberto Franco Silva, mientras que 4 personas indicaron que nunca reservarían una cita con el Dr. Ángel María Chaves Neira. Ocho (8) pacientes prefirieron al Dr. Jorge Armando Uribe Carvajal sobre los otros 30 Cirujanos Plásticos de la guía, en tanto que 5 despreciaron a la Dra. Fabiola Rojas, sólo por su nombre.

Del mismo modo, 9 personas optaron por el Dr. Iván Darío Freire Carlier de entre 15 médicos cuya especialidad es la Neurocirugía, y 4 pacientes dijeron que no se someterían a la revisión del Dr. Félix Rincón Díaz. Finalmente, de los 33 Médicos Pediatras que prestan sus servicios en Bucaramanga, la Dra. Susanne Faour fue escogida por 10 personas, mientras que 3 pacientes eligieron a la Dra. Sharol Yadira Morales Cáceres como la profesional por quien no quisieran ser atendidos. Lo que resulta sorprendente es que ninguno de los especialistas (ni los más preferidos ni los de menor aceptación) se encontraba en una posición privilegiada dentro de la lista, o tenía una publicidad sobresaliente.

Los resultados del experimento prueban la hipótesis de Levitt y Dubner, de modo que he podido sacar la siguiente conclusión: a la hora de elegir bajo incertidumbre a algún profesional, las personas tienden a optar por aquellos cuyo nombre completo les causa una impresión de verdadera sapiencia, es decir, aquellos profesionales cuyo nombre “suena a éxito”, a juventud, a experiencia y a primer mundo. {jcomments on}

 

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