La situación ambiental de la región de Ocaña se encuentra en deterioro nuestros paisajes, rios, relieve y sus recursos naturales no renovables, como el agua es constantemente contaminada sufriendo de esta forma graves consecuencias las cuencas de los ríos Algodonal y Tejo.
Este escenario debería comenzar a preocupar a nuestros gobernantes que, por estan más pendientes de su imagen en los medios de comunicación, la entrega de informes burocráticos al gobierno nacional y de otras naderías, prestando poca atención a lo que ocurre en casa, o en otro caso, se limitan a adelantar acciones que son más publicitarias que efectivas.
En la región no existe una política coherente, para frenar la tala de los bosques y evitar que se sigan contaminando los ríos con sus afluentes. CORPONOR, desde hace años atrás, tampoco ha mostrado resultados positivos que permitan, pensar que vamos por buen camino.
Por otra parte, las invasiones presentadas en áreas verdes y en los cerros que circundan a Ocaña, son desalojadas cuando el daño ecológico ya está hecho, como, por ejemplo, la última ocurrida en Bermejal, donde los ocupantes quemaron el área y destruyeron los cultivos.
Los ríos Algodonal (alto Catatumbo) y Tejo, no sólo van disminuyendo su caudal, sino que se han convertido en lavadero de autos y depósito de basuras. De nada valen las protestas ciudadanas en los medios radiales y el clamor de la ciudadanía (García, 2014).
Los vertimientos de aguas residuales y la deforestación son los principales problemas ambientales de Norte de Santander, según revela un informe de la Contraloría departamental derivado de una encuesta en 38 de los 39 municipios de la región en los que la entidad tiene cobertura.
De acuerdo con los datos reportados a la Contraloría durante 2015, “un estimativo del caudal de aguas residuales generado por los centros urbanos de los 38 municipios, identifica que en el departamento se están vertiendo a los cuerpos de agua cerca de 430 litros por segundo, por medio de 108 puntos fijos”. De estos, solo el 12 por ciento (51 litros por segundo) tiene un tratamiento de descontaminación antes de su vertimiento, pese a que todos los municipios afirman tener su plan de saneamiento y manejo de vertimientos (Opinion, 2016).
En la provincia de Ocaña, la contaminación por vertimientos se asocia a los mataderos, residencias e industrias que vierten sobre los ríos Algodonal, El Carmen, Táchira, Tejo y la quebrada el Playón que inciden en el deterioro del río. En el bajo Catatumbo, hay contaminación por vertimientos originados en residuos de mataderos y aguas domésticas.
Otro factor contaminante es lo referente a la contaminación auditiva, para ello, se ha emprendido campañas encaminadas a erradicar la problemática. Durante el ‘Día sin carro’ un estudio de sonorización arrojó una reducción de 15 decibeles de sonido en sitios como La Rotina, San Agustín, El Mercado, Dulce Nombre y las esquinas de la Capilla de la Torcoroma, Banco de Bogotá y Crediservir. Un día normal con tránsito vehicular el sonido supera los 78 decibeles. El tope permitido en zonas residenciales es de 70, en lugares en donde funcionan entidades de salud 60 y sectores comerciales de 90 decibeles (García, 2014).
Las autoridades determinaron que durante los fines de semana y en las horas de la noche los equipos de sonido exceden los límites. En cuanto a la deforestación, otro problema, para 2015 el más significativo reportado por los 38 municipios estudiados fue la deforestación de bosques, con un 41 por ciento de los mismos.
Según Corponor, Norte de Santander ocupa el sexto puesto del país en deforestación, con una tasa del 5,56 por ciento, en relación con el territorio nacional, principalmente las áreas más afectadas se encuentran en Tibú y en los sectores sur y occidental del Parque Nacional Catatumbo-Barí.
Aunque el informe de la Contraloría solo generó un proceso administrativo sancionatorio en Táchira, entidad que no aportó la información requerida, el documento se dará a conocer a la Gobernación del departamento, con el fin de que se tomen las decisiones y se hagan las respectivas recomendaciones a las alcaldías (García, 2014).
Ante esta situación debemos concientizarnos que somos nosotros los que tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro planeta y las entidades ambientales; la naturaleza y el desarrollo humano conllevan a un desarrollo equitativo social y de prosperidad para todos los que habitan en Ocaña.
En el municipio hay fuentes hídricas que favorecen el bienestar de la región, por lo tanto debemos actuar de manera consciente evitando factores que destruyen el medio ambiente, pues tenemos que evitar su deterioro y comenzar a cuidarlo para que en el futuro podamos disfrutar de las mejores condiciones de vida, no solo nosotros sino las generaciones venideras (García, 2014).
ESCRITO POR: MARÍA PAULA PEREZ PEREZ- Estudiante de administración de empresas de la Universidad Francisco de Paula Santander Ocaña
Edición: PrimerNombre.com