Escrito por: Juan Camilo Baracchi Velez- columnista de la revista digital PrimerNombre.com
Como en algún momento Ana Frank decidió hacer un diario para escribir todo aquello que ocurría en Bergen-Belsen y Auschwitz, a mí, rescatando algunos trozos de esperanza innatos, me nació por medio de esta columna relatar la realidad de lo que ocurre en mi país con relación a los jóvenes.
Empecemos con las bases
En el siglo XXI, los jóvenes son la generación más preparada académicamente y con mayor acceso a educación - sin embargo, sigue siendo un pilar fundamental para mejorar urgentemente - pero en contraste tienen menos posibilidades de empleo.
Si los jóvenes tienen más acceso a la educación, crece automáticamente la cercanía a la información y tecnologías, e incluso la comunicación, pero en realidad, aunque así sea, poseen menos proximidad a los mecanismos de poder y participación en la toma de decisiones.

Si analizamos los niveles económico, productivo y cultural, pese a nuestra mayor formación e información, no somos tenidos en cuenta, como tampoco que siendo la generación más educada y con más conocimiento somos los más aptos para el cambio y los encargados de globalizar al país.
Como vemos, los jóvenes tienen deficientes cuotas de participación en las instituciones y corporaciones públicas, además poco acceso en los espacios sociales y económicos.
Atando cabos
Una vez entendido esto podemos comprender las preocupantes cifras de maternidad en adolescentes, las enfermedades de transmisión sexual, los suicidios y el alto consumo de sustancias psicoactivas en esta población.

Ernesto Espíndola ha hecho una conclusión importante con relación al vuelco que deben dar los jóvenes en la historia, si bien es cierto que, somos una generación educada, en ciertos aspectos, entonces la generación que gobierna y participa en los espacios de poder tiene que adaptarse más a nosotros.
Esta premisa se compone de una gran responsabilidad que debemos asumir los jóvenes en el rol de nuestras vidas, somos educados, pero hay que luchar por demostrarlo y participar en los espacios de poder para garantizar que el país sea globalizado a la altura de satisfacer necesidades no solo básicas, sino que correspondan influyan benéficamente en los indicadores mundiales.
Mi invitación a todos los jóvenes es a participar cada vez más en los espacios de poder, a sembrar semillas en cada joven para que podamos ganar y dejar un legado a nuestras próximas generaciones.

Cito a Gabriel Medina: "Somos las nuevas generaciones, los más capaces para imaginar, construir y operacionalizar proyectos contrahegemónicos, heterarquicos y transformadores".
¡Arriba la educación pública de calidad!
Edición: Daicy Echeverri- Directora de la revista digital PrimerNombre.com