WILFRED ALONSO ROMERO ARCINIEGAS. Economista, (UIS) Magister en Historia, (UIS)
¿Pensar? ¿Abstractamente? –Sauve qui peut! ¡Sálvese quien pueda! G.F.W. HEGEL
Las definiciones técnicas de la economía solo pueden simplificar el contenido de su significado. Al acudir a los manuales de texto, la economía solo es identificable en una problemática que recurre a la búsqueda de la unidad como expresión de veracidad. Esto quiere decir que, la economía bajo esta forma de interpretarse, está fundamentada en una abstracción fundamental: los entes son entendidos como numerarios. Si bien no es nada nuevo lo que se ha dicho hasta el momento, lo fundamental es mirar sus implicaciones, que son varias por supuesto, pero nos centraremos específicamente en una: la inexpresividad de las concreciones humanas.
Al decir abstracto necesariamente decimos que esta forma de comprender el mundo trunca, con sobrada estilización, la posibilidad de permear los fenómenos en su multiplicidad constitutiva y sus interrelaciones. En este sentido, lo abstracto retira, aparta o amputa el ente de su preocupación. Así las concreciones, que son las que conforman la coagulación de los entes, se desvanecen y con ellas toda posibilidad de interpretar lo humano en su estructura fundamental, es decir, en su cualidad de ente existente-pensante y sobre todo sintiente.
Los grandes artilugios de formalización que ha creado la economía para interpretar el mundo tienen el carácter de necesaria abstracción. Esta forma de proceder abarca en gran medida la disciplina. Para ella, los fenómenos que han de interesarle entran normalmente en un flujo numérico seccionado por variables, éstas a su vez son interpretadas bajo un modelo que las interrelaciona causalmente y de esta manera llegar a conclusiones sobre lo interesado. Si bien, este modo de comprender lo objeto de análisis es, en alguna medida, válido para sus propósitos, no significa necesariamente que su comprensión pueda llegar a testificar la complexión del fenómeno como cambio permanente; si nos esforzáramos en lanzar una piedra a los pies de tres personas distintas, tomando para ello precisión de fuerza, distancia, etc., el dolor de cada una de ellas será siempre relativo a su sentir y nunca una podrá testificar cantidad.
Bajo esta perspectiva, puede afirmarse que la unidad metodológica de la economía es víctima de su propia creación. Su edificio ha sido tan solidificado a través de los años, construyendo piso tras piso, dando como resultado un rascacielos de nunca acabar donde se les ha olvidado a sus constructores que, precisamente en un inicio, hubo que crear una puerta. Desde la cima los científicos han de ver las personas con sus pretensiones de objetividad, pero ya se les aparecen éstas como diminutas e indistintas y, por supuesto, sin rostros. Es así como los observadores de la realidad pierden precisamente la capacidad de contactar lo humano, la abstracción ha hecho lo propio y solo resta dar los resultados de los análisis a los cuerpos en movimiento.
Por su parte la concreción exige necesariamente una disposición a olvidar el edificio, necesariamente ocurre esto en tanto que lo concreto hace referencia a la totalidad tomada en complexión. En este sentido, para abordar lo concreto se exige como condición no el alejarse precisamente, sino estar en conjunto con las cosas, esto es, comprenderlas desde las múltiples facetas en las que se nos presentan y sin una pretensión de verdad. En esta dinámica es donde hace necesaria importancia la presencia del cambio, pues en lo concreto todo fenómeno observable es necesariamente cambiante, no hay particularidades estáticas ni permanentes, hay una transformación completa de sus interrelaciones a medida que su tiempo discurre. En este sentido, los fenómenos tienen la particularidad de no saber hacia dónde llegarán, o cuál es su punto de culminación. Aunque tengan pretensiones de llegada, la incertidumbre siempre gira a su derredor.
La estructura fundamental cuando tratamos con humanos es el cambio. En el cambio lo fundamental es comprender las partes componentes de éste en complejidad y convergencia, y esto ya es labor improbable de ser lograda, no obstante es una aproximación más real a quienes son sujeto de análisis. Esto quiere decir que la metodología para lograr el cometido ha de ser necesariamente plural, donde converjan las distintas disciplinas de lo humano, dado que el sujeto de análisis es complejo así debe ser la forma de verlo, pues sólo cuando hay conexión múltiple de ese entramado de fenómenos entrecruzados, podemos hablar de tratamiento con humanos y no con individuos carentes de rostro. Quizá lo que necesitan los economistas es que uno de ellos caiga por accidente del rascacielos y de esta forma el impacto le dé una visión propia de lo concreto. De lo contrario, según la designación de Hegel el economista nada haría más que estar siendo perpetuador de un conocer vulgar, pues en sus palabras de inquietud se preguntaba “¿Quién piensa abstractamente?” a lo que no dudaba en responder: “El hombre inculto, no el educado”. Juzguen ustedes.{jcomments on}