Escrito por: Mg. Alex Mauricio Rodríguez Suárez.
Se dice que, una de las cosas que nos diferencia de los animales es nuestra inteligencia y esa capacidad de pensar, en otras palabras, que somos seres racionales, no obstante, como individuos estamos destinados a fallar y cometer errores.
Esto ocurre debido a los sistemas de pensamiento que nos rigen, la mente puede procesar información en dos formas distintas, la primera en un pensamiento rápido que algunos llaman intuitivo, el cual nos permite realizar actividades cotidianas que no tienen mayor grado de complejidad o tomar decisiones inmediatas en momento críticos.
El segundo sistema esta basado en un pensamiento lento, un poco más reflexivo y que exige esfuerzo mental para evaluar la información antes de tomar una decisión, por ende, se supone que ante escenarios complicados o en resolución de problemas debe ser el sistema dos el que tome el control.
La realidad
Sin embargo, ante el indiscutible agotamiento mental que ello requiere es el sistema uno el que trata de tomar las riendas de nuestras vidas, por lo tanto, si no nos esforzamos a pensar un poco más y tomamos decisiones sin criterios estamos propensos a fallar indiscutiblemente.
Ejemplo de ello, es cuando en una campaña presidencial proponen que van a bajar los impuestos a los empresarios, esta promesa lleva a caer a los individuos en una ilusión cognitiva, como vemos, un pensamiento rápido provoca conformismo debido a que este procesa solo lo que desea oír esperando que el resultado sea favorable.
Por el contrario, un votante un poco más escéptico evitará ser engañado porque al “poner a trabajar la mente” podrá deducir que una disminución del tributo por parte de las empresas, tendría que ser compensado por más impuestos a las personas naturales, y el resultado sería un aumento de la deuda del gobierno o un recorte en gastos en salud, ciencia o educación.
El engaño
Así mismo, el no querer “poner a trabajar al sistema dos” es el que permite que una sociedad sea fácilmente engañada por noticias falsas y discursos preparados para provocar emociones, y dado que la mayoría de las personas no muestran motivación e interés en verificar cifras y fuentes, creen ciegamente lo que se les dice, sin cuestionar el propósito detrás del discurso.
A lo mejor suena tedioso y arrogante decir que la sociedad no piensa, pero hemos visto como los individuos son engañados, para poder evitar el engaño no es necesario filosofar cada situación del día a día, sino simplemente entrenar al sistema dos para que entre en acción cuando lo necesitemos.
Estimular un pensamiento reflexivo y crítico podrá hacer de nuestro sistema uno, un experto en detectar engaños; con dedicación, repetición y práctica en algún tema te puedes convertir en especialista del mismo.