Revista digital de análisis de actualidad: Noticias, empresas y academia. ISSN : 2805-6043 (En línea).

AGUA NO CONTADA ¿Recurso o Elemento?

YUBER HERNANDO ROJAS ARIZA Economista, Filósofo y Magister en Filosofía de la UIS

Llueve la noche. El reloj continúa su tic tac. Tengo la leve sensación de un frio sepulcral en la piel de mi sueño. Acto seguido: despierto en la oscuridad y escucho la orquesta de una tras otra gota. No pude evitar de escribir, en medio de semejante crescendo, “algo” que asaltó mi pensamiento mientras recordaba una conversación diurna. Me refiero a una conversación de tintos y cerveza donde flotó sobre la mesa la Palabra Agua. ¿Agua? ¿Qué creemos los humanos sobre “eso” que llamamos con tanta certeza Agua? Ahora tengo la necesidad de escribir sobre ello. ¿Acaso un Elemento o quizás un Recurso o tal vez un Bien? Salté a la página en blanco para desenvainar mi lápiz y tratar de Pensarlo. Una línea y luego el borrador. De nuevo otra línea y enseguida el borrador. Paciere entonces que mi espada no está tan afilada para encararla. “¡Pero claro! Eso no es lo fundamental”, me dije con asombro: “lo importante es que no logro escabullirme de “eso”. Sí, de eso.” Y de nuevo me asalta la pregunta: ¿Qué significa “eso” que llamamos Agua? No tuve más remedio que hacer tregua para ganar tiempo. 

Entonces de inmediato decidí por comenzar diciendo que lo aparentemente certero es lo sospechosamente complejo. Y ya esto nos quiere decir que cualquier “certeza” sobre el Agua es sospechosa de apreciación. Si algo tengo que apelar en este momento es sobre la creencia del “Agua como Recurso”. Cualquier definición moderna asume que el “Agua” es un “Recurso”. ¿Y qué significa decir aquello? Significa asumir la noción de Agua como un “objeto” que se puede “explotar” o que se encuentra al “servicio exclusivo” del Hombre. De manera que el lenguaje nos hace caer en la trampa cuando nos referimos al Agua como Recurso pues  nos logra sumergir en la lógica mercantil y técnica; quedamos bajo el dominio moderno de la partición entre Sujeto-Objeto sin darnos cuenta de esto. Así que esta visión, reinante por ejemplo, en la visión de mundo de la Economía moderna fundamentada en la “máxima ganancia en el menor tiempo posible”,  termina viendo el Agua como un “recurso a explotar”. Relacionado con esto aparece el negocio. Luego, la síntesis salta a la vista con su lenguaje inadvertido: “El agua, un recurso vital del cual depende la existencia humana, se puede comprar y vender”, afirmación que se termina asumiendo como Verdad.

“¿Verdad, verdad de qué?” cuestioné. En efecto, esa noción de Agua es tan sólo eso: una noción posible. Así que el asunto se ha tornado más complejo en medio de la lluvia. Ahora tengo que enfrentarme de nuevo a la página para continuar escribiendo sobre el Agua. ¿Se puede pensar el Agua de otra manera? La respuesta es Sí. De hecho, una noción de Agua como Elemento -entiéndase parte sustancial del mundo- la dio Tales de Mileto, pensador de la Grecia antigua, quien va a considerar el Agua fundamento del Mundo o Principio de todo lo existente. Y con “todo lo existente” se quiere decir  el fundamento de la misma Vida, y por consiguiente, de la vida humana. En ese sentido, Tales de Mileto trata de responder la pregunta sobre el Ser mismo, es decir, sobre lo esencial de la Physis en movimiento. Más concretamente: significa que el pensador griego considera el Agua el elemento esencial de todo lo que cambia, su principio. ¿No podría el tiempo considerarse como el movimiento mismo de un río? ¿No podría acaso considerarse que el mundo (la tierra en el caso concreto) flota en semejante río? El agua, en esa perspectiva, se vuelve un elemento esencial del devenir del mundo. Y con ello también la vida misma: flotamos en el Agua del tiempo.

Pero nuestro tiempo moderno no reconoce tal perspectiva. Como tampoco reconoce las perspectivas de mundo de los pueblos ancestrales. No se reconoce lo que es evidente, por ejemplo, para los arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta: el culto y respeto por Seineken, la madre tierra. De ella brota el Agua -de sus montañas- y del cielo, de las nubes que la acompañan, brotan las gotas que posibilitan el cultivo, los alimentos. Así que el Agua no sólo es Principio de todo lo existente según el pensador griego sino que también es Fin de la Vida misma desde la perspectiva de los arhuacos. ¿Podemos obviar tales perspectivas sobre el Agua cuando se hace referencia a Recurso? Y aún más: ¿Darle un precio? Considero que la discusión está abierta, tan abierta como sus múltiples nociones.

De allí que la Economía que toma el Agua como un recurso y que da por hecho su mercantilización, no puede obviar el desvelo de Adam Smith en la Riqueza de las Naciones cuando trataba sobre el Valor del Agua y los Diamantes. Y no se puede obviar porque efectivamente ya no estamos bajo la abundancia de Agua de finales del siglo XVIII. Los tiempos cambian. La Economía Ortodoxa  ha transformado en muerte lo que es sinónimo de vida: una economía ambiental que busca explotar “todo lo existente” en, digamos, la Physis, es una economía que nos lleva al abismo y juega con la necesidad vital humana del agua en función de su escasez. En ese sentido, la naturaleza se vuelve artificial: los ríos se vuelven autopistas o, en su defecto, corrientes de basuras. ¿Acaso simples “externalidades” a juicio de ese lenguaje instrumental? ¿Qué queda entonces por Pensar en un mundo moderno donde el Agua se agota y se mercantiliza?  La pregunta ha quedado planteada mientras la noche llueve, mientras el llanto del cielo gris se apodera de la vida moderna y, los durmientes, aquellos hermanos de los muertos que ya no preguntan, siguen creyendo en el dios mercado -y sus precios- para continuar dando por sentada la respuesta a la pregunta que se mantiene en la oscuridad fría y sepulcral: ¿qué es el Agua? {jcomments on}

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