Ariel Alvarado Araque, economista UIS
La carrera de Economía de la Universidad Industrial de Santander, tanto en sus inicios en 1994 como durante sus dieciocho años de puesta en marcha, se ha formado a pulso, gracias al esfuerzo y vocación apasionada de los profesores fundadores y de la comunidad académica en general, que le apostó a crear, con pertinencia, un Programa de Economía claramente necesario para el nororiente colombiano.
Quizá por ello mismo, que la escuela haya nacido y sobrevivido, para decirlo coloquialmente, con las uñas, que sabemos que nuestra Escuela aún tiene por recorrer un largo y empinado camino.
De esta manera entonces, hemos escuchado, de parte de los que pertenecemos a la Comunidad de Economía, variopintas opiniones acerca de la situación de nuestra Escuela.
Opiniones que se podrían condensar de la siguiente manera:
• “La escuela está en crisis”.
• “La escuela no está articulada con la economía regional”.
• “La apatía y el desánimo han sido el común denominador entre la mayoría de estudiantes y profesores”,
• “Escasean profesores de calidad-y-vocación”
• “El pénsum ha sido anacrónico, inservible, abstracto”, etc.
Las anteriores pueden tomarse como «verdades de pasillo». Sin embargo, al ver entre líneas, se percibe cierta desazón entre la comunidad de Economía de la universidad.
Entre las inconformidades, algunas de ellas, poco a poco se han paliado a lo largo de las casi dos décadas de la puesta en marcha de la Escuela. Y actualmente, sin temor a hipérboles, nuestra Escuela está presentando la coyuntura más grave e importante desde que se creó, y muchas de las personas de la Comunidad de Economía no están, o no estamos enteradas acerca de la misma.
Para nadie es un secreto, que más allá de modelar el harto complejo comportamiento humano, la economía, como tal, es enmarañadamente dinámica. Un ejemplo de ello nos lo cita el profesor Robert Heilbroner:
Consideremos el cambio económico tal vez más decisivo de la historia moderna, el hundimiento de la economía soviética. No conozco ni una sola organización económica que esperara ese desastre, incluidas las que están al tanto de todos los secretos de los servicios de inteligencia gubernamentales. (Heilbroner, El capitalismo del siglo XXI, p. 14)
Para Heilbroner, la ortodoxianunca previó la caída de la cortina de hierro y la transformación luego de la cortina de bambú. Esto es prueba de que aún con los avances de la teoría económica estándar durante el siglo XX y XXI, aún hay cosas importantes que se le escapan a la misma teoría, debido a la complejidad propia de la economía.
Siguiendo con lo anterior, resultaría imperativo que los programas académicos de Economía del mundo se modifiquen con el pasar de los años. Y de hecho así ha sido.
Respecto a nuestra Escuela, nuestro pénsum no ha tenido cambios importantes, no porque no los necesitara, sino por el anquilosamiento inherente a toda organización «científico-económica», o como nos diría el economista de la CEPAL, Celso Furtado: “Aquel que no utiliza cierto lenguaje o no adopta ciertos modelos queda descalificado, independientemente de lo que tenga que decir. Toda ciencia institucionalizada es siempre conservadora” (Furtado, El capitalismo global, p.p. 13).
Curiosamente, a lo largo de la corta historia de nuestra Escuela, han sido los estudiantes los que han tenido varias inquietas iniciativas sobre el Programa de Economía. En el año 2005, la Asociación de Estudiantes de Economía, teniendo en ese entonces como presidente al hoy concejal, Carlos Alvernia, y también a los hoy profesores Yuber Rojas, y Yilson Beltrán, entre otros, pusieron el dedo sobre la llaga en la Escuela sobre, por mencionar alguno, el mismo asunto que se pretende mencionar en este escueto escrito. El programa de la Escuela de Economía.
Y actualmente, entre claustros profesores, mientras los estudiantes estábamos en “vacaciones forzadas” (Paro 2011), se pretendieron propuestas para “re”-“pensar” el Programa, sin que se nos informara de manera suficiente, ni se nos pidiera opinión. Y, dada la gravedad de la coyuntura-de-reforma, se nos hace imprescindible a los estudiantes, solicitar una participación seria, vinculante y completa, en lo que atañe al pénsum que se nos pretende endilgar.
Y no sería válido refugiarse en justificaciones de tipo burocrático, de «orden de consultas o de conducto regular», en donde los estudiantes actuales, que somos de lejos los más afectados por esta reforma, terminamos siendo “los últimos de la fila”. Porque el orden dice: 1) profesores, 2) egresados, 3) sector productivo y 4) por último, los estudiantes. Este orden de castas,nunca legitimaría un proceso tan grave como el que aquí nos atañe. Asumir este orden como válido, sería tanto como decir que todos los estudiantes pertenecemos a la categoríade “minoría de edad”,o en palabras de Immanuel Kant:
La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. (¿Qué es la Ilustración? Traducción y estudio preliminar de Agapito Maestre. P.p 17.)
Ya es archi-reconocida la carta aún en discusión surgida entre estudiantes franceses en el año 2000 sobre el descontento acerca de la enseñanza de la economía, y que el economista Cataño tuvo el tino de traer a colación a laacademia colombiana.
También la última coyuntura, más sensacionalista si se quiere, dada a conocer por los mass-media, en la que un grupo de estudiantes de economía de Harvard, abandonaron la cátedra de Economía dirigida por Gregory Mankiw, quien es autor de famosísimos manuales de texto; por razones similares a las que también hoy nos suscitan aquí.
Esperamos entonces, que las reacciones que se puedan generar a partir de este escueto escrito, se acerquen, guardando las proporciones, a las asumidas por los profesores en apoyo a los estudiantes franceses:
“La declaración escrita y firmada por un grupo de estudiantes de economía de las universidades y escuelas francesas no puede ser indiferente a los maestros en ciencias económicas. Unos porque se sentirán cuestionados por ella, y otros porque compartirán las exigencias y preocupaciones que contiene.”(Cataño, Félix, La ciencia económica actual y la enseñanza de la Economía: el debate francés. Lecturas de Economía N° 60.)
Los estudiantes esperamos una participación consensuada basada más en términos de esencial-respeto, que en meras formalidades verticales y castas insalvables. Usamos la palabra respeto, porque sentimos que se nos ha faltado, al no darnos a conocer de manera suficiente, el estado actual de cosas en nuestra Escuela de Economía de la Universidad Industrial de Santander.
“Llevo muchos años trabajando como profesora de economía teórica.
Quisiera creer que me gano honradamente la vida, pero frecuentemente me asaltan dudas”.
Joan Robinson, La enseñanza de la economía
(1) Este escrito fue presentado ante la Comunidad estudiantil de Economía, el 8 de marzo de 2012, en un evento organizadopor estudiantes, representados en la Mesa de Trabajo de Estudiantes de Economía y la Asociación de Estudiantes de Economía.
(2) Agradecimientos especiales por sus aportes al Representante Estudiantil Christian Rueda y al economista Kabir Corzo. También, mención especial al economista Miyan Cordero por su lectura ante dicho auditorio.