WILFRED ALONSO ROMERO ARCINIEGAS. Economista, (UIS) Magister en Historia, (UIS)
“La historia debe ayudar al economista a reflexionar sobre la naturaleza del objeto sobre el cual trabaja, su lugar en la realidad social global y finalmente la relación entre saberes económicos y realidad económica” Oscar Rodríguez Salazar
El grito al unísono de muchas academias aún dice: ¡la economía es una ciencia independiente, ella puede valerse por sus propios medios! Al basarse en esta premisa, la economía como disciplina ha rehusado del soporte esencial que son sus disciplinas hermanas, entre ellas: la historia, la filosofía, la sociología, la psicología, la antropología, entre otras. En lo que respecta en este corto espacio, trataremos el problema de la historia y su relación con la economía.
El primer factor de reconocimiento de las fallas del comportamiento ahistórico de la ciencia económica fue enunciado claramente por Friedrich List en su Sistema Nacional de Economía Política (1841) quien hacía referencia a la problemática que residía en la obra de Adam Smith. Para entonces, la crítica se resumía en la aplicabilidad de la teoría smithiana para el desarrollo y comercio entre las diversas naciones que conforman el sistema económico mundial. Para que una formulación teórica funcione en la realidad, afirma el autor, ésta debe tener en cuenta los contextos sociales, políticos, culturales, institucionales e históricos; de lo contrario, el modo analítico propio de la economía tradicional caerá en generalizaciones vacías sin capacidad de resolver problemas reales.
No obstante, la ciencia económica tomó un auge vertiginoso y, orgullosa de su sapiencia y sus formalidades matemáticas impecables, dejó a un lado la discusión que consideró innecesaria ante la inequívoca carrera científica que tanto aclamaba. El resultado: Años de preparación en los que la historia quedó como inquietud personal de los investigadores en economía, evitándose la molestia de impartir cátedras de tan incómoda asignatura que era confinada al margen del estudio de la economía. De esta manera, la relación entre la historia y la economía tuvo dos tendencias: una, la de ser elemento distintivo y herramienta del poder; dos, la de ser elemento distintivo y ciencia co-operante de las investigaciones en economía. Así, el saber técnico tenía garantizado su margen de acción para formar economistas adiestrados al servicio de los requerimientos mercantiles.
Sin lugar a dudas los inconformismos fueron múltiples. Al mismo modo que lo hiciera List en su época, fueron numerosos economistas los que abogaron por esta falla esencial en su disciplina. Desde lo que se considera el “nacimiento” de la economía como “ciencia” las voces nunca se acallaron. List fue solamente la voz de aliento a la que no tardaron en unirse la escuela histórica alemana (quien sostuvo el famoso Methodenstreit), el propio Karl Marx, Thorstein Veblen, Joshep Schumpeter, John Maynard Keynes, John K. Galbraith, Eric Hobsbawn, El Neinstitucionalismo a manos de Douglass North, José Manuel Naredo, entre muchos otros que se esforzaron por demostrar las falencias de una ciencia hermética. Cada uno de ellos desde perspectivas distintas, pero con un punto concordante: la historia como disciplina co-operante de la economía. Caso relevante del programa Neonstitucional del cual puede resaltarse el hecho en el que aún impera el categórico de la metodología económica sobre la representación del pasado (los modelos históricos comprobados por pruebas de hipótesis que se sustentan en modelos econométricos, válidos de por sí pero no necesariamente verosímiles, que se complementan con la información institucional que provee la historia). Conflicto de métodos, o validez factual o contra factual, no obstante la historia siempre ha sido el eje dinamizador de la polémica ¿por qué resaltar este hecho?
La historia es la ciencia que nos permite generar una representación sobre el pasado, la economía sobre el presente y la previsión al futuro, pero éste no es precisamente su punto común. Pues de allí puede derivar su conflicto de intereses. La comunión de las ciencias radica en el hecho de que ellas representan el quehacer del hombre en su entorno, y el que hacer del hombre siempre es histórico, económico, político sin desatar sus caretas. Cada disciplina es solo una cara del poliedro humano, y éste sólo puede ser comprendido, en mejor razón, a la sazón de sus diferentes ingredientes, sabor exquisito que lo da la mezcla, no la separación.
El reclamar la Historia o Historia del pensamiento en nuestro “gremio especializado” es un acto de legítima responsabilidad para comprender las bases del pensamiento humano que se ha hecho como voluntad del mundo. El acto no radica en un mero integrar disciplinas, sino en reconocer que al hombre se le comprende como hombre, de lo contrario será la máquina destinada a calcular los medios de subsistencia.