Revista digital de análisis de actualidad: Noticias, empresas y academia. ISSN : 2805-6043 (En línea).

Todo lo que hemos vivido este año nos ha llevado a cuestionarnos si realmente, a pesar de los avances científicos y la era de la tecnología en la que estamos (más avanzada que nunca) hemos buscado las respuestas correctas o no.

Me refiero a donde se han encaminado las investigaciones, experimentos, hipótesis y recursos en riesgos menores, como la caída de un avión, los accidentes automovilísticos, efectos negativos de consumir algunos productos, entre otros, que a pesar que hemos recibido bastantes advertencias de catástrofes, nunca le damos la verdadera importancia.

Y no lo digo yo solamente, me he basado en un libro que aconsejo leer llamado: “En el futuro. Perspectivas para la humanidad" de Martin Rees, cuyas predicciones hace un tiempo no parecían reales y mucho menos científicas, sin embargo, ahí está la paradoja, pues tales catástrofes se han ido asomando poco a poco.

Ahora bien, es supremamente importante que se hagan investigaciones que no se queden en charlas de congresos académicos, para que los análisis con fundamentos científicos y físicos sean considerados para la acción real.

Sin embargo, hay que reconocer la labor de grupos de investigación como el Centro para el Estudio de Riesgo Existencial (CSER) en la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, quienes han indagado a fondo sobre las posibles catástrofes y qué se podría hacer para mitigar las consecuencias.

Cabe mencionar que en estos proyectos han participado eminencias como Stephen Hawking y Elon Musk.

Pero, ¿Qué es una verdadera catástrofe?

Se trata de eventos que puedan acabar con el 10% de la población mundial o en el peor de los casos, desaparecerla por completo.

Esto se ha visto reflejado en diferentes hitos de la historia (y se ha repetido), por ejemplo la fiebre española en el siglo XX o incluso sin hablar de enfermedades, la injusticia social de la colonización de américa, donde desaparecieron grupos indígenas, hubo esclavitud, torturas y un sin fin de muertes.

Todo esto sin mencionar los posibles escenarios de un meteorito gigante que se estrella contra la tierra o quizás que un día la inteligencia artificial se salga de nuestras manos y nos destruya.

 ¿Y si pudiéramos viajar en el tiempo?

Actualmente, no existe ni la máquina del tiempo ni una forma real que nos pueda hacer viajar en el tiempo, sin embargo, si hay muchas teorías matemáticas y físicas que probablemente nos lleven en algún futuro no tan lejano  poder viajar al pasado o al futuro.

Y es aquí, cuando me remito a una hipótesis supremamente interesante, realizada por Barak Shoshany y su estudiante, Jacob Hauser de la Universidad de Brock que se explica más o menos así:

Por un lado, se sabe que viajar en el tiempo podría tener muchas inconsistencias, como lo pudimos ver en la serie Dark de Netflix (si no la has visto, te invito a verla antes de continuar), es decir que puede haber un gran enredo entre una historia y la infinidad de probabilidades que pueden surgir durante cada acontecimiento de la misma.

Es entonces, cuando hablamos de la teoría de Igor D. Novikov quien afirma que las inconsistencias dejan de existir, porque las leyes de la naturaleza en vez de ser desafiadas, por el contrario imponen la desaparición de tales errores.

En cualquiera de los casos, si existiera un número ilimitado de historias para cada época del mundo, el viajero del tiempo nunca repetiría ninguna o por el contrario un número límite de historias, la historia siempre comenzaría y terminaría igual, en una “máquina del tiempo”.

Volvamos al presente

De cualquier forma, es obvio que necesitamos reformar nuestro pensamiento, tantas investigaciones no servirán de nada, si las personas por ejemplo, salen sin mascarillas de sus casas ¡En plena pandemia!

Pienso que lo más importante es que nos concienticemos, nuestras acciones tienen consecuencias en los demás, ser seres independientes no significa que ya no seamos parte de una sociedad, sino por el contrario nos hace aún más responsables de lo que hacemos.

Pero, quizás y pensando en un mundo mejor, si algún día logramos viajar en el tiempo, podríamos entrar en la historia del mundo cuando ni el Covid-19, ni los holocaustos, ni las guerras, ni las colonizaciones, existieron.

Durante los últimos años la línea que une al arte, la ciencia y la tecnología se ha afianzado notablemente, ya que la transformación digital nos ha propuesto frecuentemente nuevas formas de relación entre ellas.

Esto es posible gracias a la oportunidad de crear que nos brinda el internet 2.0 y 3.0, el internet de las cosas, big data, inmaterialidad de las obras y sobre todo, el crecimiento constante de los usuarios que permite la creación de más y más proyectos relacionados.

Beneficios.

En primera instancia, uno de los beneficios más grandes es la eliminación de límites creativos a las prácticas artísticas y el acceso de las poblaciones marginadas. 

El mundo tecnológico ofrece infinidad de canales de difusión, información y creación, existen muchos espacios para innovar y emprender, además nos permite una relación consolidada entre el arte y la sociedad, a través de proyectos pensados en todos los tipos de público, es decir que la inclusión es una de sus razones de ser.

Educación.

Actualmente, existe la metodología STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) la cual pretende resumir las partes de la educación, sin embargo, para muchos estos conceptos no abarcan todas las áreas del conocimiento humano existente, por lo cual se pretende cambiar el acrónimo a STEAM.

¿Por qué? La razón es que esta metodología pretende dejar el modelo clásico de enseñar las materias por separado e integrarlas todas en proyectos donde se puedan poner en práctica y aprender en conjunto.

Por eso es importante agregar al acrónimo y a la metodología como tal: las artes. De este modo, se incluyen todas las áreas y se desarrollan todas las habilidades a través de proyectos para TODOS los tipos de inteligencia y fortalezas de los alumnos.

Por ejemplo, al poner en práctica esta metodología, alguien que tenga excelentes habilidades en pintura, también se dará cuenta que la pintura no podría existir sin la química. O que la música no podría existir sin la física del sonido.

Ejemplos de proyectos en Bogotá.

Domo lleno: el festival de vídeo experimental en el planetario, donde es posible visualizar proyectos nuevos de todo tipo de artistas en la escena audiovisual.

Plataforma Bogotá fue creado para la difusión de la cultura digital en los entornos del arte, la ciencia y la cultura donde se convoca a todo tipo de público que estén interesados en desarrollar proyectos a través de diferentes tipos de software.

El parqueadero más que un espacio de exhibición, es un laboratorio para desarrollar y realizar diferentes proyectos de experimentación de prácticas artísticas contemporáneas. A su vez, el público puede encontrar allí revistas o libros de consulta libre, gratuitas e incluso reunirse para intercambiar conocimientos o exposición de proyectos.

Fuente: IDARTES

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