La felicidad no son alegrías momentáneas, va más allá y depende de cada ser, felicidad para mí es compartir con mis hijos y mi esposo, lo bueno y lo malo de la vida.
A pesar de estar ansiosa, triste, preocupada, aún tengo felicidad porque estoy con ellos.
Por lo tanto, felicidad para mí puede ser aun cuando acostada con mi bebé, lo miro fijamente como duerme, trasnochada sin poder dormir, mientras mi mano sostiene un pañito húmedo y lo paso por su cabeza para apagar la fiebre, estoy nerviosa, triste y cansada, pero lo cuido hasta que empieza a regular su temperatura y él sonríe entre sueños.
Me alegro, y puedo conciliar por fin el sueño. La felicidad está dentro de mí, a mi lado, la vivo por encima de sentimientos y emociones que son un instante que van conformando la vida con el aliciente de felicidad que es constante.
La felicidad depende de cada ser, y puede ir más allá. La vida un momento superfluo, el ser humano un suspiro en el aire universal, podría no tener sentido, vivir, crecer o no, y morir, todo se vuelve nada, hay oscuridad no puedes ver la razón de la existencia, todo es desesperanza por contemplar un destino fatal.
Encuentras luz, un camino, una esperanza. Jesucristo. La vida vuelve a tener sentido, vives por una razón, disfrutas el amor, la familia. Él te salvó al morir en la cruz en tu lugar por tus pecados. Te arrepientes, eres consciente, y un nuevo ser humano aflora en ti, se va conformando una hermosa semilla que, al ser enterrada, renace.