Las corridas de toros a lo largo del tiempo han sobrevivido en diversas generaciones, anteriormente las voces inconformes eran suaves y observaban la fiesta brava encendida, la prohibición no es nueva y data desde los inicios de esta actividad, pero hoy la indignación es más fuerte y ha tocado múltiples puertas entre ellas la protección animal de ahí también que los circos han tenido que irse a otros lugares donde sean aceptados, ser renovados o desaparecer por completo. La tauromaquia ha perdido importantes apoyos gubernamentales recientemente en 2 principales ciudades del país como lo son Bogotá y Medellín, a pesar de ello la ganadería es y será su principal impulsor, por lo que se niega a desaparecer del ruedo.
Pero si nuestra mente está abierta maquina nuevas posibilidades, así fue como escuche la historia de un torero en un principal canal de televisión y me quedaron zumbando estas palabras: “Nosotros más que nadie admiramos al toro, su fuerza y gallardía que demostramos en el espectáculo”. Argumentos vienen y van pero la utopía es la solución y el punto intermedio su base, este comportamiento cultural como es llamado no debe desaparecer sino transformarse como los juegos olímpicos de Roma que incentivaban el despliegue de sangre humana y terminaban en la muerte, esta práctica evoluciono a competencias en donde su principal atractivo no es apagar la vida sino demostrar el poderío del hombre, así debe ocurrir en la tauromaquia y llegar hasta el punto del olé como una danza entre el toro y el torero, desafiando el peligro en un oleaje de multitud y gloria antes del sacrificio digno de un campeón vanagloriado, que no debe ser traicionado en la plaza de toros a espada jamás, y mucho menos muerto en ella, por ser morbosa la alegría del descenso ajeno celebremos la vida y la majestuosidad del toro.
Les dejo esta frase de Fernando Savater: “Sí, en el toreo está presente la muerte, pero como aliada, como cómplice de la vida: la muerte hace de comparsa para que la vida se afirme” ahora transfórmemela: “La muerte es la aliada y cómplice de la vida, la muerte hace de comparsa para que la vida se afirme y se glorifiqué”. Por eso un toro no debe morir en su celebración.{jcomments on}