YUBER HERNANDO ROJAS ARIZA Economista (2007) Filósofo (2010)
Magister en Filosofía (2011) UIS
Se adormece el Pensamiento en medio de las tinieblas. A tientas caminamos hacia el precipicio. Aunque sea tan tarde en medio de la noche fría y tan temprano para no alcanzar el alba, el siglo XXI es la profundización de la crisis del XX. Sociedad de consumo donde se compra y vende en masa, donde Pensar es un atributo y ha dejado de ser una condición humana. Me impresiona el optimismo en la fe del mercado. Me impresionan las vitrinas de los centros comerciales mientras deambulan los niños en las calles. Y digo “impresiona” porque el mundo es una impresión del Pensamiento moderno: fiel traducción de ideales fracasados y desgastados (Libertad, Igualdad, Fraternidad). La producción en masa y el consumo (también en masa) son fieles expresiones del hombre moderno que cree dominar y controlar el mundo.
La ciencia es su expresión más acabada. Bajo la batuta de la ciencia, léase Progreso, se han perpetrado las grandes guerras. ¿Por qué entonces “impresionarse” con la crisis actual? La Economía, entiéndase bien “La”, ha sido ese campo de conocimiento desde el cual se ha contribuido a la Crisis del presente y el anterior siglo; una crisis, repito, que expresa el fracaso rotundo de los ideales de la revolución francesa. De manera que no es sorprendente el aumento del consumo con el aumento de la miseria, destrucción y autodestrucción humana.
La pretensión de considerarse a sí misma como Ciencia, asumiendo que el Mercado es una especie de “Universo” regido por un dios meta-cósmico, hace de “La” Economía (al menos desde ese tipo de perspectiva), quizás la más peligrosa de las expresiones del pensamiento moderno que continua seduciendo con su discurso y su optimismo renovado, es decir, de ideales desgastados que salen a flote en la actual crisis.
En nombre del “Libre Mercado” se han implantado proyectos transnacionales que llevan consigo una máquina de muerte. ¿O acaso puede desligarse la guerra en Irak con la explotación petrolera? La crisis actual no es solamente una crisis económica. Me temo que es más compleja porque también es social, política, ecológica, energética y sobre todo de Pensamiento. ¿Por qué entonces sorprenderse con la crisis cuando desde “la” Economía se construye un discurso que promulga la Libertad de Mercado? El asunto salta a la vista en medio de las tinieblas del siglo XXI.
La Economía ha fracaso en su proyecto de ciencia. Y lo que resulta aún más peligroso: es parte esencial de la crisis actual, aunque no sea la única. La crisis refleja ese aparatoso fracaso de la pretendida “ciencia económica” porque deja al descubierto su propio dogmatismo. La fe en el Mercado se ha querido imponer a toda costa y la cacería de herejes, brujas y cualquier pensamiento distinto se condena por blasfemia ante el sistema económico.
En ese sentido, considero que la Crisis es todo un reto para cualquier pensamiento disidente; cualquier pensamiento que opte por la crítica y la autocrítica. Así que el reto es aún más profundo cuando se resalta que la Crisis es la crisis del pensamiento moderno, o en otras palabras, de nuestro cada vez más incapacitado modo de Pensar. La afirmación es osada: Pensar no es un lujo, es una exigencia en los tiempos modernos.
En esa perspectiva, en medio de las tinieblas del dogma y seguidores de la “Libertad de Elegir”, resulta apremiante alzarnos con la Palabra, con el pensamiento Disidente que logre despertarnos del letargo en el cual ha quedado la llamada “Ciencia Económica”: ¿Acaso no hay otras formas de concebir lo económico? ¿Cómo erigir un pensamiento distinto al estrecho margen de aparente cientifismo de la economía? Las preguntas son exigentes, tan exigentes y osadas como tratar de Pensar la Crisis del mundo actual: el inminente precipicio con el cual se abrió el telón del presente siglo; la máquina de muerte llamada Sistema Económico así lo ha ratificado: la productividad-muerte en medio de las tinieblas.{jcomments on}