Revista digital de análisis de actualidad: Noticias, empresas y academia. ISSN : 2805-6043 (En línea).

El utópico papel del estado en el mercado

3 junio, 2013

estadoEl estado es un ente primordial que debe intervenir en ciertas situaciones específicas en la regulación del mercado, para así lograr al máximo satisfacer las necesidades de la nación.

Encomendar al gobierno la labor de hacer que predomine el interés económico general,  por encima del particular en los sectores considerados como fundamentales, es una de sus funciones vitales para garantizar un equilibrio económico, una estabilidad de precios y un crecimiento constante.

Pero la pregunta es ¿Hasta qué punto debe intervenir?

 

Si nos remitimos a la historia y cómo ha se ha respondido a esta pregunta, encontramos diferentes teorías, entre ellas la de Adam Smith, él cree que el gobierno solo debe ocuparse de la soberanía nacional, el ejército y la policía que salvaguardará la vida y tranquilidad de sus habitantes, en otras palabras el monopolio de la fuerza.

También dentro de sus responsabilidades le atribuye la justicia, en dónde considera que el estado debe estar comprometido con la normas y leyes que permitan satisfacer las necesidades sociales, además debe garantizar el acceso a la población a actividades que son fundamentales en la construcción social pero en las que el mercado no se interesa o no las asume por completo, porque no les encuentra un beneficio.

En parte esta premisa es concisa y tiene lógica, pero le sumaría el rol de intervenir cuando el monopolio sea agravante, en las crisis y en las situaciones egoístas propias del mercado que empiecen a alterar la libre competencia e igualdad.

Para seguir con el enfoque histórico, encontramos a J.M. Keynes que establece que el estado debe ser el principal interventor social y que este debe invertir en múltiples actividades con tal de brindar empleo a las personas aumentando la demanda agregada y así poder dinamizar la producción.

Un ejemplo conciso es cuando se crean políticas públicas para motivar la inversión de capitales públicos aumentando la generación de empleo, por lo tanto el poder adquisitivo de las personas que procederán a acrecentar la demanda y por ende el crecimiento, al subir la circulación de dinero que beneficie la producción, el consumo y probablemente el bienestar de gran parte de la población.

utopicoSeguidamente la escuela de Chicago apoya el libre comercio, es aquí dónde nuevamente se relega al estado del mercado. Pero el drástico fracaso del consenso de Washington en Latinoamérica puso a pensar a los economistas hasta dónde debe intervenir el gobierno.

Como podemos fijarnos, las teorías cambian pero también sus contextos, por lo tanto la intervención del estado debe estar condicionada a las características socio económicas y culturales de cada país, la confianza de las personas en el gobierno, los niveles de corrupción, los índices económicos y el dinamismo del mercado.

En Colombia un país en vía de desarrollo con un mercado dinámico y una producción creciente el estado debe ser un eficiente regulador, procurando equidad, justicia y brindando oportunidades reales para que la población vulnerada pueda salir de la pobreza, dado que al amparar sólo sus necesidades básicas los dejaría en una condición desigual respecto a la demás población, sobre todo porque es un país que promete un crecimiento alentador.

Desafortunadamente es un hecho que Colombia se mueva en un círculo de violencia alentado principalmente por los ingresos del Narcotráfico, y cualquier forma de generar dinero fácil, esto ha afectado todas las ramas del poder  generando altas tasas de corrupción.

Aunque Colombia necesite de la intervención para garantizar la equidad y prosperidad, es vital la participación activa del pueblo que haga parte de la  regulación del gobierno, ya que es un común denominador la malversación de fondos por el alto índice de corrupción y aprovechamiento particular de dineros del estado para beneficios particulares.

Esta situación perjudica el erario público, aumenta la desigualdad, reduce las oportunidades sociales y expande el abismo existente entre las diferentes clases sociales, no permitiendo una competencia justa y equilibrada.

La utopía del estado como interventor con objetivos de equivalencia  sólo es posible con una participación ciudadana eficiente.

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