Revista digital de análisis de actualidad: Noticias, empresas y academia. ISSN : 2805-6043 (En línea).

CONFLICTO INTERNO BRUTO ¿El papel enrarecido en la Universidad?

universidadYUBER HERNANDO ROJAS ARIZA Economista, Filósofo y Magister en Filosofía de la UIS

No eran más de las 4 pm de un martes cualquiera. La clase había terminado con el libro “Libertad de Elegir”. El ambiente, junto con las paredes, se había  llenado de un frío enrarecido. Hasta ahí pareciere la vivencia normal de un profesor cátedra: una clase, una obra de teatro educadora, un momento de pasión. Salvo a ese ambiente “enrarecido” todo lo demás se encontraba dentro de lo normal.  Y no lo digo por la receta de la Teoría Monetarista de Friedman que minutos antes había circundado por el salón de clases y los rostros inermes de los estudiantes atentos. No lo digo por eso, claro está, pues entre otras, abordar el pensamiento del padre del neoliberalismo fue parte del ejercicio de pensar los fundamentos de la actual crisis del Mercado. Sin embargo, algo llamó mi atención en medio de los gajes del oficio. De repente noté la presencia de “alguien” junto a la puerta. “¿Acaso una sombra?”, pensé por un instante. 

Luego llamó más mi curiosidad cuando sonó un radio. “¿Radio?, ¡Pero qué cosa tan extraña!”, dije con sorpresa, y acto seguido, no podría ser más extraña la situación cuando reflexioné sobre aquello: “¿una sombra con radio?”, sentencié sigiloso mientras el marcador hacia lo suyo en el tablero. De inmediato, el asunto se tornó confuso y las miradas dirigidas hacia aquel lugar, una puerta de madera y vidrio transparente, pareciere corroborarlo. Mi atención creció un poco más y, por un momento, mientras yo entonaba que el “Neoliberalismo es la versión ideológica de la teoría monetarista”, en el ambiente algo se hizo clarividente. Y no era justamente un “señor de las sombras” quien estaba allí -o al menos así lo quería creer-. No,  se trataba de un atento guardia de “vigilancia” apostado en la entrada del salón.   En seguida, y   debo confesar que apenas reconocí tal presencia vigilante, por mi mente pasó algo fugaz en concordancia con el ambiente también enrarecido de la universidad: “quizás ahora en la Universidad Industrial de Santander las clases son vigiladas por el Big Brother.”

Así, en medio del ojo vigilante del statuo quo, noté que la universidad había dejado de ser «Universidad» para volverse un reclusorio a juicio y con gala apologética similar a la novela 1984 de Orwell: una comunidad universitaria bajo el ojo de la “policía del pensamiento”. Control y  represión bajo la excusa de la seguridad, se puede sentenciar en ese ambiente enrarecido. Quizás sea más apropiado decirlo sin rubor ni tartamudeo para el contexto nuestro: “enrarecido” porque se trata del vestigio de la llamada “seguridad democrática” del anterior Gobierno nacional, esto es, el proceso de paramilitarización auspiciado desde el Estado en las Universidades colombianas que logró patentarse como señor de las sombras. O si no, hagamos uso de nuestra memoria: un gobierno de ocho años alzó las banderas  de la Guerra en nombre de la Paz para dejar a su paso, una sociedad llena de “policías del pensamiento”; los mismos que deambulan desde las directivas hasta sus guardianes. Para la muestra un botón: un vigilante en la puerta de un salón de clases. De manera que no es algo aislado y menos aún después de ver con detalle ese “ambiente enrarecido”.

En efecto, en medio de tal situación, es inevitable que  me surjan varias preguntas: ¿De qué tipo de “Universidad” se habla cuando sus directivas, por ejemplo, no acatan ni reconocen la voz y el voto de la llamada comunidad universitaria en una elección (tómese un casual ejemplo) de rectoría de la Universidad Industrial de Santander? ¿De qué “Universidad” se habla cuando un Consejo viola la ley de la constitución e impone sus propias normas? ¿De qué tipo “Universidad” se habla? Comienzo a ver con bastante distancia que aquella “Superior” directriz no tiene ni idea de la noción de Universidad ni menos aún del derecho de la mayoría. Y peor aún: se escudan en la demagogia como, por ejemplo, fue y sigue siendo el caso de un expresidente de Colombia que esconde “la basura debajo de la alfombra” en su pretendida casa llena de sombras.

Luego, en ese contexto, lo que pareciere ser un hecho aislado ahora toma una grave expresión. La paramilitarización de las ideas ha convertido la universidad en una penitenciaria y a Colombia, de paso, en una nación que dio vía libre a su legalización. Por fortuna, el gobierno pasado es eso: pasado. No obstante, sigue siendo presente, para infortuna, en varias universidades del país, entre esas, la “universidad” en la cual mi borrador junto al marcador, herramientas con las cuales trabajo y sueño con una sociedad diferente, no dejan ni dejarán de escribir y re-escribir en el tablero como resistencia y cabida del respeto y la Disidencia. En una palabra: de la Crítica. ¿Y cómo interpretar el papel del pensamiento crítico en el contexto actual  de la Universidad? Considero que su rol es fundamental en los cambios profundos y lentos de la sociedad. Si bien la Universidad es reflejo de la crisis Social, precisamente también es cierto que, desde allí, la autocrítica permite vislumbrar salidas a la descomposición actual.

Por consiguiente, el papel de la Universidad es vital porque posibilita escenarios de diálogo y reconocimiento del conflicto. No en vano la Universidad no es, como creen algunos, una penitenciaria ni una empresa. Más bien, es importante resaltar que la Universidad es  el Hogar de la Palabra, del conocimiento. Y por conocimiento entiéndase el hecho también de Conocer nuestros propios Conflictos y falencias: un conocimiento de la misma Universidad. La pregunta por ella misma.  El acto de Pensar: ¿Qué se entiende por Universidad? Considero, por tanto, que es importante reconocer los problemas internos de la Universidad ¿Acaso no es un problema y falencia creer que la Universidad debe ponerse al servicio de la “policía del pensamiento”? ¿No es esto ya de por sí un problema de falta de conocimiento de sí mismo?

El asunto, evidentemente es muy complejo y exige una posición y perspectiva crítica. Y digo Crítica (y Autocrítica) porque es el valor de la Universidad: su rol de Pensar-Ser. En ese sentido, exige –tanto a profesores como a estudiantes- una mirada en sintonía con los vientos de cambio y salidas al conflicto que hoy por hoy soplan en el escenario nacional. ¿No podría ser esto la posibilidad de superar un “conflicto interno bruto” de décadas tras décadas que se ha reflejado en la misma universidad? Dejemos de lado la visión penitenciaria y productivista de “universidad” y reconozcamos  un escenario donde la visión crítica y autocrítica de «Universidad»  permita que el pensamiento se alce con ideas. Dejemos más bien que camine la Palabra y se posibilite la superación del odio y la guerra en éste ambiente “enrarecido”; Así que, Bienvenido  sea el diálogo en una clase de un martes cualquiera, mientras pasa la tormenta para darle paso al rol de la Crítica y los vientos de cambio. {jcomments on}

 

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