YUBER HERNANDO ROJAS ARIZA Economista, Filósofo y Magister en Filosofía de la UIS
La gran pregunta sobre la pregunta. La cuestión, el signo de interrogación, el valor por la Palabra. El pensamiento, la inquietud, la apertura del conocimiento: la reflexión. La contemplación frente al mundo. Serenidad, el placer de Pensar, Imaginar, sentir. Volcar nuestra mirada, hacer caminar la palabra. ¿Avanzamos? Sí, la Palabra, el signo de interrogación que llevamos a cuesta: la Posibilidad. La misma que se yergue ante nosotros cuando interrogamos la pregunta, cuando preguntamos sobre lo preguntado ¿No hay reversa? Queda el horizonte, quizás la oscuridad, el camino por recorrer, el lodo en los pies. ¿La salida? No hay escapatoria, llega la asfixia, el momento culminante, la desesperación de la existencia. Demasiado frágil es el hombre, tan frágil como una hoja seca en medio de la tempestad. Nuestra tempestad quiero decir, porque de tempestades está hecho el hombre: la tormenta que lo atormenta. La borrasca, el cielo estrellado por los rayos de su pensamiento. Resplandor, la odisea que sacude al hombre moderno. ¿Avanzamos más allá de la Posibilidad? En esa estamos, aquí, ahora, frente a un espejo, envueltos en soledades solitarias e infinitas bajo la asfixia de la vida moderna, bajo la ciudad que nunca duerme, bajo el hormigón y el asfalto retorciendo nuestros sesos.
¿Hacia dónde vamos? Me temo que el mundo va sin-sentido y sin embargo camina la Palabra, el Pensamiento resiste. Platón erigió el Logos por encima de la Poiesis bajo su creencia de un mundo suprasensible. El culto a lo racional por encima de la imaginación y las emociones humanas, en una palabra, por encima de la Creación. Hoy, en medio de la racionalidad recalcitrante reinando las calles de ciudades frías y carcomidas, el hombre moderno camina hacia ideales corroídos por el mundo de las ideas en una crisis evidente de la Poiesis: ¡Nos falta imaginación y sentimientos en el mundo!, podemos sentenciar. Así que no es sorprendente ver al Progreso hecho ficción y a la Paz una prostituta insípida. No es sorprendente porque las naciones más bien son el lugar del frenesí extático de la carnicería, esto es, la guerra y el odio sin tiempo y espacio. ¿Qué más queda en un mundo que se cae a pedazos? Queda la Palabra, camina la palabra: la resistencia del pensamiento. El Logos, el mismo que los griegos de antaño no lo concibieron como una mera cuestión de “palabra”, sino en su fundamento: la Palabra en mayúscula, el Pensamiento que camina y vuela por los rincones del misterio de Ser Humano.
De manera que hablo desde allí, desde el Asombro. Hablo desde el Asombro porque solamente desde es allí es posible ver la profundidad del acto de Preguntar, y por consiguiente, de Pensar en el sentido fundamental de la Palabra: ¿Qué sentido tiene la existencia humana? Considero que se Resiste con la Palabra. Se alza el Pensamiento frente a la desidia de los tiempos modernos. ¿Acaso hay algo más íntimo que el mismo proceso de tratar de Pensar? Lo puede haber pero ninguno como el proceso de lanzarse al vacío de la existencia. Pensar implica Asombrarse, y hablar desde el Asombro implica quedar en la cuerda floja. Caminamos a tientas cuando nos atrevemos, pero tal osadía, en el mundo ultra-racional, es un sacrilegio. Por eso el acto de Preguntar es el arma del Pensamiento; el acto de Preguntar por nosotros mismos. Es claro: se traza con esto un posible camino en el horizonte. El mundo actual No Piensa, no Pregunta, no se Asombra frente a la existencia misma. Pareciere que la capacidad de Pensar se atrofiara con el paso de la Civilización y dejara de lado las preguntas fundamentales de la vida y sobre todo, de la muerte. De allí que cualquier intento de Pensar sea visto como una amenaza, como un acto de cualquier “loco” o simplemente de un “alguien” a quien hay que “aislar”; mantener al margen de la gran máquina de productividad moderna.
¿Acaso no Resiste la Palabra los embates del mundo moderno? Resiste la Palabra porque camina el Pensamiento, porque preguntamos por nosotros mismos. Quien se atreve hacerlo, Sabe, y quien Sabe en un mundo lleno de tonterías es marginado e incluso exterminado. No obstante, se puede matar a alguien, pero nunca callar el eco de su Pensamiento; se pueden utilizar bombas racimo o un simple disparo en la cabeza, pero nunca tales hechos podrán amordazar la Palabra que Camina. ¿Acaso no está más vivo que nunca el pensamiento de alguien muerto por sus ideas? Cuando logremos comprender que en un País como Colombia no se Piensa, que la Paz es imposible mientras exista la Guerra y el negocio de la muerte, cuando logremos comprender que la Palabra camina y Resiste, es decir, que la Crítica (y la Autocrítica) es lo esencial para reconocer el valor de la Pregunta, entonces nos asombraremos del mundo de ilusiones en el cual creemos vivir por el sólo hecho de respirar la podredumbre que envuelve con su “manto de ignorancia”; nos asombraremos frente al espejo y reconoceremos el horror de nuestro rostro mientras una leve sonrisa de Mona Lisa aparecerá en los labios para decirnos “tenías razón, amigo”: Resiste la Palabra.