WILFRED ALONSO ROMERO ARCINIEGAS. Economista, (UIS) Magister en Historia, (UIS)
Acerca de 6,3 Billones de Libras o lo que es lo mismo 7,5 billones de Euros son poseídos por 92.000 personas en el mundo, es decir el 0,001 por ciento de la población mundial, señala el informe recientemente realizado por el Tax Justice Network a cabeza de James S. Henry, Economista y Abogado famoso por investigar los paraísos fiscales(1). Riqueza blindada o alejada de las avaras manos del sector público, estas cifras seguramente confirmaran la posición del movimiento de los Indignados en el mundo en tanto que solo un mínimo de personas ostenta la riqueza, mientras la mayor parte de la población mundial es su creadora. Pero el debate no es sobre la estratificación social que la riqueza puede crear, o si Juan tiene mejor carro que Pedro. Ello, solo es el resultado de una dinámica puesta en marcha en el mundo. El Debate en la mira está en el papel político de los estados nacionales frente a la distribución de la riqueza, las preferencias y la presión que deben ejercer sobre ese mínimo porcentaje de la población mundial. Agregando a ello, el papel real de la presión social que debe ejercerse sobre el control de la Riqueza, esto es acción ciudadana sobre los compromisos sociales del Estado.
Muchas teorías de la justicia (Sen o Rawls, por ejemplo) aseguran que el papel de la libertad es fundamental para el desarrollo social. No obstante, la libertad siempre está en consonancia con las posibilidades de desarrollar las capacidades humanas en el contexto de un marco institucional. Ellas, al mismo tiempo, están restringidas por los ingresos y demás condiciones indispensables para el desarrollo humano, teniendo en cuenta que la restricción de los ingresos ejerce influencia como factor secundario. Así, el papel del Estado gira en torno al cumplimiento del marco institucional impuesto a sus ciudadanos, es decir, que haya un respeto por los derechos reconocidos legítimamente en las constituciones soberanas en pro del bienestar general. En esta medida es cuando se hace indispensable pensar ¿por qué siempre hay personas con privilegios marcados?
Puede que las teorías de la justicia hablen del deber ser del ciudadano y el Estado, pero en la realidad parece que la tendencia de la acción política estatal siempre está en conformidad y acomodo del movimiento del capital. Una vez entablado este vínculo, los derechos quedan sólo en el papel y la acción real transgrede las barreras institucionales. El capital remueve las estructuras de justicia y pone entre dicho el papel de los políticos de turno. Hecho memorable es que la OCDE haya pedido mayor control de los paraísos fiscales luego de la crisis de 2008, pero las expectativas solo se quedan siendo eso.
Un Estado con pleno sentido de la equidad debe, por necesidad, comprometerse a regular la tasación impositiva sobre la riqueza de quienes poseen en sus activos grandes cuentas bancarias. Además, el sistema global bancario debe ser efectivamente regulado por organismos multilaterales encargados de vigilar los flujos de enormes capitales que circulan por el mundo para ser blindados. Es tan imperiosa esta tarea en una época en la cual los grandes bancos del mundo, como ejemplo el reciente caso del HSBC, son investigados por presunto lavado de activos del tráfico de drogas en Mexíco(2). Entonces, la acción política estatal no debe estar guiada unilateralmente hacia la presión sobre la gran masa poblacional, pues ella es quien termina recibiendo gran parte de la carga tributaria; el compromiso social del Estado debe estar guiado multilateralmente, es decir, fiscalizar al ciudadano común, al ciudadano con gran riqueza, a las grandes compañías multinacionales, etc, y de esta manera garantizar que los derechos económicos, políticos y sociales sean respetados, esto para posibilitar un marco institucional que permita desarrollar las capacidades humanas a favor del bien común.
De no ser así, seguiremos direccionándonos hacia la ampliación abismal de la brecha que separa a los pobres de los ricos. Haremos de la acción política un festín que es resguardado para los beneficios de pequeños grupos de élite. Posibilitando, en esta medida, que ese 0,001 por ciento siga tomando al mundo y su población como el menú de un lujoso restaurante, en donde se elijan las naciones que mejor sepan resguardar las riquezas individuales sin importar de dónde provengan. Esto a su vez, impidiendo que los activos sean redirigidos al sector productivo y, por lo tanto, dejando a la gran masa poblacional en condiciones aptas para la esclavización en un sistema financiero cada día más depredador. La fiera creciendo y su presa disminuyendo su tamaño, pero creciendo en número y variedad.
(1) Apéndices del Informe Estimating the Price of Offshore pueden ser consultados en la página del Tax Justice Network. Además, The Observer, periódico británico publicó algunos de sus resultados en entrevista con el propio promotor de la investigación James Henry. Véase en: http://www.guardian.co.uk/business/2012/jul/21/global-elite-tax-offshore-economy
(2) Mayor información, véase en: http://www.ft.com/intl/cms/s/0/b04754d0-cf71-11e1-a1d2-00144feabdc0.html#axzz21U0VQDOs