YUBER HERNANDO ROJAS ARIZA Economista, Filósofo y Magister en Filosofía de la UIS
Me encontraba leyendo un texto de uno de los grandes intelectuales colombianos -muy pocos, por cierto- de fin del siglo XX. Me refiero al maestro Rafael Gutiérrez Girardot y su texto Sobre el sentido del estudio universitario (Bonn-Alemania, 1986). En sus páginas expresó “algo” que me dejó inquieto frente a los problemas de la Universidad: “Los intereses privados son demasiado fuertes, la responsabilidad del Estado es demasiado débil y los políticos que no son exclusivamente egoístas son demasiado provinciales y sin visión del futuro”. Hice un alto en la lectura y no pude resistirme a escribir “algo” sobre ello mientras pasaba una tras otra página. “¿Qué será ese “algo” tan insistente que me llama a escribir?”, me dije con desconcierto. Inmediatamente tomé agua para luego tomar el lápiz y después tomarme el papel con “esa” idea rondando en mi cabeza.
Y para ello debo comenzar admitiendo lo siguiente: no hay forma de escapar a la incógnita, sobre todo cuando las cortinas de humo abundan por doquier -o si no fijémonos en las prostitutas en medio de la “cumbre” del TLC: ¡made in Colombia!- que desvió la atención de un país mientras se enfiló la loco-motora hacia el lodo de su propio Invierno. ¿Cuál es “esa” cuestión tan acuciante que se nos presenta enigmáticamente? Ahora la pregunta sobre ese “algo” asoma frente a nosotros sin tanto rodeo:¿Qué relación existe entre la venta de un país y la venta de una Universidad? La pregunta es inquietante porque se trata de nada más y nada menos que del país donde habitamos y de la Institución del saber por excelencia que forma -¿o deforma?- ciudadanos, es decir, la Universidad. De manera que País-Universidad se nos presenta en una relación estrechamente ligada entre sí. Una relación que no dista de la relación del Yo-Otro-Nos-otros. Relación de lo individual y lo plural: Reconocimiento y Respeto por Nos-otros en un país llamado Colombia. Y si ese es el trasfondo del asunto que ahora nos sumerge en ese “algo” ¿Qué decir frente a ello?
De nuevo el filósofo colombiano sentencia: “Precisamente signos de interrogación y crítica –y autocrí¬tica– están ausentes de una vida universitaria que no tiene como meta el saber sino el enriquecimiento económico y el poder social.” En otras palabras, a lo que se refiere Gutiérrez Girardot, académico por excelencia, es al poder económico y social –a lo cual sumo el político y su forma corrupta: la “politiquería”- que se han apoderado de la vida universitaria. Pareciera que ya no importa el Saber emanado del Alma Mater y, por consiguiente, del sentido mismo universitario; ahora más bien pareciere que se trata del negocio que prima en una especie de “Alma Pater” bajo el ojo vigilante del capataz o de un puñado de círculos mafiosos que se asumen dueños -como se dice coloquialmente- “del rancho”.
¿No es acaso lo mismo que pasa en el país lo reflejado en la universidad y a la inversa? En tiempos donde el Libre mercado se erige bajo la figura del TLC, la universidad pasa a convertirse en un Galpón de Polluelos: enclave del cluster productivo del “subdesarrollo”, mano de obra barata y masiva al mejor postor donde se puede leer “a la venta profesional por hora”, etiqueta llamada Flexibilidad laboral, la misma concretada en la cumbre de “Ublibe”, el país mancodiano de hermosas prostitutas y cocaína de exportación. ¿No es esto acaso la simbiosis de un proyecto soñado por sus gobernantes que se asumen dueños “del gran rancho” llamado Colombia? Por eso -vale decirlo abiertamente- la palabra “sub” no sólo es “algo debajo de” sino (y sobre todo más allá del prefijo) la expresión de un proyecto que perpetúa al mismo statuo quo: los mismos con las mismas, el negocio y la corrupción y sobre todo, la Ignorancia en un país donde el vestigio de lo ético se encuentra precisamente en semejante lodazal.
¿Acaso no le conviene a un proyecto de “sub”-desarrollo tener polluelos ignorantes y baratos para mercantilizar a bajo precio en nombre de la libertad de mercado? Temo que ese es el quid del asunto. Mantener a la gran mayoría en la ignorancia hasta hundirla en el lodazal de la miseria se convierte en la condición necesaria para gobernar en un país con una profunda crisis de sentido ético. Y hablo de crisis de sentido ético porque es precisamente ese “algo” que deja al descubierto la infravaloración por la Vida misma. En Colombia “se masacra y nadie dice nada” dijo Jaime Garzón y el tiempo le ha dado la razón. Para la muestra la venta del país en la Cumbre: nadie dijo nada, y sin embargo, todo mundo habló del lapsus de una cantante pop. Nadie dice nada sobre la Flexibilidad Laboral en el TLC –Flexibilidad Laboral que busca la estabilidad económica de las transnacionales a costa de la inestabilidad laboral (precaria) de los trabajadores sin seguridad social, subcontratados, o por OPS y/o cooperativas-. ¿No incumbe esto al presente y futuro inmediato de la gran mayoría? Entonces ¿por qué no hablar abiertamente del proyecto de país que los actuales gobernantes tienen en su cabeza? ¿Qué papel va a cumplir la Universidad en este asunto? ¿Directriz de una especie de “Alma Pater” gobernado por mafias locales, negocios y compromisos con grupos armados? O para decirlo más concretamente: ¿eliminación del sentido ético en pro del galpón de polluelos y la máxima productividad de la ignorancia en lo que se viene transformando esa uni-versidad al servicio de proyectos Transnacionales? Si ese es el asunto, si la uni-versidad se enfila en la loco-motora económica de la venta de un país, no cabe duda que la palabra “Sub” no sólo acompaña al “desarrollo”, pues también lo hace para-“sub”-ciudadanos: ala extrema del lenguaje de la violencia a la violencia del lenguaje extremo que comemos a diario bajo las cortinas de humo.
De manera que el asunto requiere ser abordado con mucho cuidado. Bien lo señaló el filósofo colombiano sobre el sentido universitario: “Con todo, el problema ya no es el del senti¬do del estudio universitario sino el personal de la propia realización o abdicación, de la propia felicidad y liber¬tad o de la dependencia ornamentada y de la frustración agresiva.” Luego, ese “algo” inicial ahora se nos presenta con mayor fuerza bajo las palabras de Gutiérrez Girardot a ésta altura del análisis sobre el valor del Saber: ¿Qué significa ser ético en una Universidad y un País que NO le llegara apostar al Sub-desarrollo de sus ciudadanos? ¿Cuáles son sus diferencias con una Universidad y País que SÍ se encamina hacia un proyecto de Sub-desarrollo y sub-ciudadanos (y con esto a la miseria física e intelectual del presente)? El asunto, reitero, es más profundo y por ahora sólo quedan las preguntas por la evidente crisis del sentido ético, esto es, el valor y respeto por la misma vida. Mientras esto sucede la lluvia continúa, evidencia del invierno e infierno para muchos, que ahora inunda al país del sagrado corazón y el “Alma Pater” de la uni-versidad soñada por mafias provinciales: máxima productividad de la Ignorancia.{jcomments on}