La invisibilidad de la dirigencia en Norte de Santander indigna, el desamparo al que estamos expuestos por la negligencia e incapacidad de nuestros gobernantes es aterradora.
Mientras en otros departamentos y municipios sus alcaldes y gobernadores ponen frente a la grave crisis que hoy día se vive, los nuestros parecen esconderse, y algunos de éstos sólo se dedican a exhibirse a través de publirreportajes de insignificantes gestiones, cual actores de Hollywood fuesen, reclamando por demás, su alfombra roja.
No hay una voz de aliento, no existe claridad ni mucho menos coherencia en los pocos mensajes que se envían.
Crisis visible
La situación es desesperanzadora, los problemas aumentan día a día; el fétido olor a hambre recorre las calles; en silencio y soledad el pueblo solloza; los oídos de los dirigentes e instituciones están obstruidos, tal parece que les aparecieron cataratas en los ojos que les impide ver el sufrimiento de los nuestros.

Las neveras llenas de unos pocos contrastan con la famélica situación de una mayoría acostumbrada a trabajar, hoy condenada a la ignominia y al olvido.
Las incesantes penumbras que afrontan familias enteras en esta época de crisis en Norte de Santander, golpean cada vez con mayor contundencia la moral y la fe de un pueblo, que se refugia en una vaga esperanza en que pronto todo volverá a ser como antes.
Los trapos rojos en las ventanas que fungen como emblema del desgarrador grito de hambre de los moradores van en aumento, sin embargo, los dirigentes de turno, cual daltónicos fuesen, pasan inadvertidos de manera socarrona e indignante.
Exceptuando una minúscula representación parlamentaria que por lo menos ha puesto en conocimiento del gobierno nacional la difícil situación de la región, la mayoría se ha dedicado a vacacionar, eso sí, cobrando los millones que se les consigna sin falta mensualmente.
Deuda con la sociedad
¡Ojo! La dirigencia no son sólo los electos popularmente o pertenecientes al sector público, también le corresponde una gran porción de responsabilidad a sectores hoy desaparecidos ante la crisis, que han usufructuado por décadas lo que es de todos, obteniendo grandes réditos.

Este es el momento de devolverle al pueblo, por lo menos una pequeña fracción de todo lo que han ganado.
Las Instituciones, los gremios, el sector financiero, los medios de comunicación, la academia, entre otras, deben empezar a liderar estrategias de mitigación del impacto que está generando la pandemia y la corrupción como ese cruel cáncer que ya hizo metástasis en Norte de Santander.
Es imperdonable que hoy se sigan escondiendo, esta es la oportunidad de enaltecer sus organizaciones.
Ya lo decía “Václav Havel” en uno de sus mejores discursos en 1995:
"El mejor gobierno del mundo, el mejor parlamento y el mejor presidente no pueden lograr mucho por sí solos. Sería igual de erróneo esperar un remedio general que tan solamente procediera de ellos. La libertad y la democracia implican la participación y, por tanto, la responsabilidad de todos nosotros".