Escrito por: Alex M. Rodriguez S. - Co- director de la revista digital PrimerNombre.com
El crecimiento del PIB de la construcción ha impulsado el aumento total de la economía colombiana en los últimos años.
En gran parte se debe al incremento de inversión en obras civiles, como puentes y carreteras, estas infraestructuras significarían un acrecentamiento en la prestación de servicios sociales y, por ende, del mejoramiento del país.
Sin embargo, en Colombia hemos escuchado que los puentes se caen, las carreteras quedan inconclusas y los políticos hacen fiesta dejando elefantes blancos en sus territorios.
Entonces, pese a que se destinen más recursos, el PIB aumente e incluso se genere más trabajo, las acciones para optimizar la competitividad del país terminan en grandes fiascos producto de la corrupción, tal como fue Reficar, Hidrohituango, Ruta del sol, puente Chirajará, entre otros.
Dando respuestas y cifras
Si nos ajustamos a la teoría keynesiana, el gasto público estimula el empleo y este el ingreso de la sociedad, así que no importa si contratamos a un obrero para que abra un hueco y lo tape al otro día, lo importante es generar trabajo. Tal es el caso de nuestro país.
En el 2001 la participación del empleo producto del sector de la construcción era del 4,8% y para el 2019 ascendió a 6.5%, demostrando que esta industria juega un papel cada vez más importante en la economía nacional.
Sumada a esta lógica, el consumo de los hogares es la clave del crecimiento económico y el deseo de todo ciudadano es poder adquirir su vivienda, por ende, con un mayor estimulo del gobierno en subsidios y facilidades de financiación, vemos que el precio de la vivienda nueva sube muy por encima de la inflación.
Incluso en el 2016 logro aumentar un 16%, así que tenemos viviendas que han quintuplicado su valor en menos de 10 años, y una sociedad cada vez más endeudada para poder adquirirlas, beneficiando así al otro sector que contribuye ampliamente con el crecimiento del país: el bancario.
Una mirada a la construcción actual
Y ahora que el PIB, referente a las edificaciones, lleva 3 trimestres en descenso consecutivo, nos encontramos en el momento ideal para comprar vivienda dado que el gobierno está haciendo lo posible para que podamos adquirirlas con solo el 10% y no el 30% de capital inicial como venía sucediendo, con el fin de estimular la demanda.
Por otra parte, aunque hablemos de material reciclado para la construcción y que los proyectos sean sustentables para buscar el bienestar no solo económico sino ambiental y social, en la realidad son pocas las empresas constructoras que han incorporado estos cambios en sus operaciones.
Finalmente, solo me queda invitar a los profesionales y estudiantes que se sienten abrumados por este escenario que resalta el camino a la desigualdad del país, pero que creen tener la oportunidad de hacer un cambio, que no desistan y sobre todo sean amantes de la utopía, donde todo puede ser mejor.