“Colombia podría convertirse en una potencia alimentaria en el transcurso de las próximas dos décadas. La clave está en desarrollar una agroindustria competitiva” (Semana, 2016).
El DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) publicó cifras preocupantes sobre las ventas externas de petróleo y sus derivados, en el mes de agosto de 2015 se exportaron 22,8 millones de barriles de petróleo crudo, frente a 16,4 millones de barriles en el mismo mes de 2016, lo que representó una disminución de 28,1%, cifra que responde por casi una tercera parte de las exportaciones totales de otros sectores.
Por esta razón, Colombia se está demorando en el deber de ampliar su oferta exportadora para tener un crecimiento más balanceado, es decir, hay que ajustar el modelo económico para que otros sectores tomen el liderazgo.
Según la FAO, (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura): “Para el año 2.050 habrá 9.300 millones de bocas que alimentar en el mundo por lo que se requerirá entre un 50% a 60% más de alimentos y productos agrícolas”.
Con esta realidad presente, los expertos están de acuerdo sobre el importante papel que podría jugar la agroindustria que involucra desde la producción agrícola, pasando por el proceso de pos-cosecha, procesamiento, hasta la comercialización nacional e internacional.
Esto significa para Colombia una magnífica oportunidad, pues, según la FAO, es una de las siete naciones que puede volverse despensa mundial de alimentos, gracias a que tiene suficiente tierra para ampliar la frontera agrícola sin necesidad de tumbar bosques.
Además, goza de privilegios naturales como ser el tercer país con mayores recursos de agua y diversidad climática. La clave está en enfocarse en los sectores donde tenga una clara ventaja comparativa ya sea natural o de mercado es decir la capacidad del país para producir un bien utilizando relativamente menos recursos que otro.
Si Colombia aprovecha sus ventajas y privilegios naturales logrando desarrollar una agroindustria competitiva, resolvería muchos problemas, entre ellos el desempleo en el campo.
Es hora de que en Colombia nos tomemos la Agroindustria en serio. Debemos poner en marcha unas estrategias eficaces que permitan innovar en la creación de productos que logren penetrar todo tipo de mercados con el principal potencial de Colombia que es el agro. Latinoamérica podría darle de comer al mundo.
La falta de políticas públicas y el miedo del inversionista extranjero por la inseguridad que azota los campos del país, son factores en los que se debe trabajar para que el sector pueda tener un crecimiento sostenible.
El agro de Colombia siempre ha tenido que trabajar en condiciones precarias. Campesinos de todas las regiones han luchado siempre por obtener recursos que les permitan incrementar la productividad, por eso es necesario pensar en tener condiciones y garantías para el desarrollo de su trabajo diario dignificando lo que hacen.
Los resultados han sido pobres y el futuro sigue inseguro. Las multinacionales deben compensar los daños ecológicos, pagar impuestos y con esos dineros apoyar el agro.
Adicionalmente, es importante evitar los monocultivos que deterioran el suelo, brindar asesoría técnica a los campesinos, devolver inmediatamente las tierras a los desplazados, crear cooperativas agrarias, no permitir que entidades territoriales administren recursos para cofinanciar proyectos agropecuarios ya que se hacen por fines políticos no teniendo en cuenta la calidad de los proyectos.
Es fundamental llegar al punto de poder decirle al agricultor que produzca sin temor de una sobreproducción nacional que pone los precios por el suelo, perdiendo parte de sus cultivos, pero lastimosamente, el principal potencial del país no es eficiente y pone en riesgo la seguridad alimentaria de los colombianos.
En Colombia solo una minoría de personas invierten en el sector agrícola por el hecho de que no es rentable gracias a la corrupción y a los problemas sociales, por ejemplo, en muchas regiones del país producir leche no es beneficioso porque no hay vías por donde se pueda transportar el producto, dejando en evidencia una clara externalidad que afecta este negocio.
Tenemos que cuidar nuestro agro, hacer que nuestros productos sean competitivos para que las empresas colombianas no busquen sus materias primas en otros países y para ello se necesita el apoyo del estado. La industria del agro es un motor de desarrollo económico y social, una oportunidad para Colombia.
Escrito por: Rosa López, estudiante de la UFPSO.
Editado por: PrimerNombre.com